Bebidas Alcohólicas

Las bebidas alcohólicas son bebidas que contienen etanol (alcohol etílico).
Atendiendo a la elaboración se pueden distinguir entre bebidas producidas por fermentación alcohólica (vino, cerveza, hidromiel, sake) en las que el contenido en alcohol no supera los 18-20 grados, y las producidas por destilación, generalmente a partir de un producto de fermentación (licores, aguardientes, etc.)
Según GIL (2008) son las especies alcohólicas aptas para el consumo humano, proveniente de la fermentación, destilación, preparación o mezcla de productos alcohólicos de origen vegetal, salvo las preparaciones farmacéuticas, jarabes o similares. Entre ellas se encuentran bebidas de muy variadas características, y que van desde los diferentes tipos de brandy y licor, hasta los de whisky, anís, tequila, ron, vodka, cachaça y gin entre otras.
La cantidad de alcohol de un licor u otra bebida alcohólica se mide bien por el volumen de alcohol que contenga o bien por su grado de alcohol.
La dependencia de las bebidas alcohólicas se denomina alcoholismo.
Los excesos con las bebidas alcohólicas no suelen quitar directamente la vida a quien los comete, pero afectan a su salud. “El alcohol puede causar estragos en todos los órganos —señala el psicoterapeuta Jerome Levin—. Sus blancos favoritos son el sistema nervioso, el hígado y el corazón.” Por su parte, la revista Discover puntualiza: “Estudios recientes indican que el bebedor joven juega con fuego. Dado que el cerebro continúa en desarrollo durante la tercera década de vida, los chicos que abusan de esta sustancia se exponen a sufrir mermas significativas en su capacidad intelectual”. El consumo crónico también está ligado a los siguientes factores: agravamiento del acné, envejecimiento prematuro de la piel, aumento de peso, lesiones internas, alcoholismo y toxicomanía.[1]
En España se celebra el Día sin alcohol el 15 de noviembre.

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